La seguridad en el agua va más allá de que tus hijos usen un dispositivo de flotación adecuado cuando están en la piscina. Aprende a cuidar la seguridad de tus hijos en cualquier lugar con agua, desde que son bebés hasta que se convierten en niños pequeños y después.
A la mayoría de los niños les encanta jugar en el agua, ¡y vivir en California implica muchos días de playa, paseos por los lagos y fiestas en la piscina!
Es extremadamente importante que todos los padres conozcan y entiendan las medidas de seguridad adecuadas para estar en el agua. Cada vez que los niños están cerca de cualquier lugar con agua —sea un lago o una bañera— deben estar cuidados permanentemente por un adulto de confianza, incluso si usan o llevan puesto un chaleco salvavidas. Los casos de ahogamiento son la mayor causa de muerte accidental y lesiones en niños de 1 a 4 años.
Hasta que los bebés puedan sentarse firmemente por sí mismos, es necesario sostenerlos durante el baño o colocarlos en una bañera segura y adecuada para su tamaño. Una vez que tu bebé se mantenga sentado, puedes usar una bañera normal y permanecer a su lado cuidándolo atentamente en todo momento. Los bebés no necesitan demasiada agua para bañarse; la profundidad del agua en la bañera debe ser solo de 2 a 3 pulgadas.
A medida que tus hijos crecen y se vuelven más activos e independientes, sigue siendo necesario que los supervises atentamente cuando están dentro (o incluso cerca) de la bañera. Para evitar resbalarse o caerse, los niños deben estar siempre sentados —nunca parados— en la bañera.
Los niños no deberían quedar nunca solos o sin supervisión cuando están cerca del agua, ni siquiera un instante. Incluso si saben nadar, es recomendable que permanezcan cerca de un adulto de confianza, esto es, a la distancia necesaria para que el adulto pueda alcanzarlos o sujetarlos en cualquier momento. Los flotadores y otros juguetes o dispositivos acuáticos no son lo suficientemente seguros para dejar a tus hijos solos en el agua.
La Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños empiecen a tomar clases de natación a partir del primer año de edad. Allí los niños aprenden sobre la seguridad en el agua, además de adquirir una destreza importante para toda la vida. Saber nadar, aunque sea de manera básica, puede salvarle la vida a tu hijo.
Pregúntale al pediatra cuál es el momento adecuado para que tu bebé pueda usar la piscina. Las bañeras de hidromasaje y jacuzzis deben evitarse por completo.
Si van a la playa, recuerda que las corrientes y las olas del mar suelen ser más fuertes de lo que parecen. Nunca dejes a tu hijo solo en el agua. Antes de acercarse al agua, localiza el puesto de guardavidas más cercano para saber adónde acudir en caso de emergencia. No todas las playas tienen guardavidas, de modo que si no logras ver ninguno, designa a alguien de confianza para que supervise a tus hijos mientras están en el agua o que pida ayuda si es necesario. Las olas pueden tumbarlos más rápido de lo que te imaginas.
Consejo breve: Cuando compres un equipo de flotación (o “flotador”), busca los chalecos salvavidas aprobados por la Guardia Costera. Esta es la opción más segura, junto con tu atenta supervisión.