Los niños adquieren una cantidad enorme de información y de comportamientos durante los primeros cinco años, desde la forma de hablar y de caminar hasta el modo de formar nuevas amistades. Este aprendizaje los lleva también a cometer errores y a poder reponerse de ellos. La resiliencia es la capacidad de volver atrás o adaptarse. Conoce cómo puedes ayudar a tu hijo(a) a desarrollar la resiliencia, una destreza muy importante para su vida.
La resiliencia es la capacidad de superar las adversidades. En otras palabras, es el modo en que nos recuperamos ante una situación negativa. Los niños necesitan desarrollar la resiliencia tanto como cualquier otra habilidad.
Las experiencias de los niños, sean positivas o negativas, configuran sus vidas desde el momento en que nacen, y es fundamental que tengan la capacidad para superar las condiciones adversas y aprender de ellas. Los padres pueden ayudarles a desarrollar la resiliencia enseñándoles a resolver problemas y a ser perseverantes. Cuando haya algo que los niños pequeños no logren resolver, en lugar de hacerlo por ellos u ofrecerles algo más fácil, los padres pueden brindarles su apoyo para que descubran cómo llevarlo a cabo. Aun cuando las habilidades necesarias impliquen todo un desafío, motivar al niño para que siga intentando hasta lograrlo le ensañará a no darse por vencido. En última instancia, el niño descubrirá que puede resolver situaciones difíciles y fortalecerá su confianza en sí mismo.
A medida que tu bebé vaya creciendo hasta llegar a la edad preescolar, se enfrentará a nuevos desafíos todos los días. Aprovecha cada una de esas oportunidades diarias para promover y desarrollar la resiliencia. He aquí algunos pasos que puedes seguir:
Reconoce el desafío. Puede decirle cosas como “esto es difícil de hacer porque es algo nuevo”.
Ofrécele ayuda. Puedes decirle: “¿Quieres que te ayude a resolverlo? Confío en que puedes hacerlo, pero quizá necesites un poco de ayuda”.
Resuélvanlo juntos. Describe los pasos necesarios para llevar a cabo la tarea. Hazlo en voz alta para que tu hijo(a) pueda oírte. Puedes decirle: “Veamos que necesitamos hacer. Primero tenemos que... Y después tenemos que...”.
Acompaña a tu hijo(a) en cada paso. Una vez que hayas descrito cuáles son los pasos a seguir, deja que tu hijo(a) los lleve a cabo (con tu ayuda si es necesario). Puedes decirle: “Muy bien, empieza por el primer paso que yo te miro”.
Bríndale elogios a medida que avanza. Felicítalo y dile cosas agradables como “¡Lo estás haciendo muy bien!”.
Al final, habla con tu hijo(a) y muéstrale lo que ha logrado. Una vez que finalicen la tarea o actividad, háblale sobre lo difícil que fue al principio pero que, sabiendo cuáles eran los pasos necesarios (cómo resolverlo) y llevándolos a cabo (perseverancia), ¡pudo lograrlo al fin!
Consejo de los especialistas: Al resolver tareas o actividades difíciles junto con tu hijo(a), estás construyendo un modelo a seguir para los futuros desafíos. De este modo, cada vez que tu hijo(a) se enfrente a algo desafiante, puedes recordarle alguna experiencia anterior en la que pudo resolver con éxito una tarea difícil. Por ejemplo, cuando estaba aprendiendo a caminar, tú estabas ahí para ayudarle, a cada paso, hasta que logró caminar por su cuenta. Usa este ejemplo cuando tu niño(a) en edad preescolar quiera aprender a montar en bicicleta o en monopatín. Al principio las cosas pueden parecer difíciles, pero con ayuda y perseverancia, ¡tu hijo(a) logrará hacer todo lo que se proponga!